Un lugar mágico
Así es, “un lugar mágico” para realizar un largo viaje en el tiempo, como titula su página turística. Y lo es, porque recorrer este yacimiento llamado La Cava, a solo una hora y media de Madrid, a 2 kilómetros de la localidad de Garcinarro, desde donde también se puede llegar cogiendo el camino de Santa Ana, presenta un enclave arqueológico de extraordinaria adaptación para su visita.
Garcinarro es una localidad de la Alcarria conquense, cuya iglesia del siglo XVI, el Museo de Historia y las antiguas escuelas, te completarán esta visita turística, un punto más de ese Valle de Altomira en el que la Naturaleza se funde con los productos artesanos como el vino, el queso y el aceite.
La Asociación Provincial de Productores Agroalimentarios de Cuenca y su sello de calidad “Donde nacen los sabores” organizó el pasado domingo una ruta turística gratuita con las actividades del proyecto Elige Cuenca. Nos dice José Luis Rodríguez Zapata que este yacimiento tiene seis fases: Edad del Bronce, Edad del Hierro, Época romana, Época Tardoantigua, Época Moderna y época Contemporánea.
Observar sus espacios donde se muestra el recinto principal, las Cazoletas, el Foso y el denominado Edificio Singular Tripartito con sus estructuras de almacenamiento, es un placer –no solo por todo su valor histórico- sino por el afortunado enclave en el que está ubicado, donde se percibe una instantánea maravillosa de ese Valle de Altomira.
Esa cavidad de 71 metros de largo por 7 de ancho y 7 de alto, excavado en roca, posiblemente de la época altomedieval –con posible primitivo origen ibérico- nos indica un posible enclave religioso de carácter ritual o simbólico, donde las ofrendas fueran parte de su ejercicio.
En la actualidad, está perfectamente musealizado y de fácil acceso, algo que ha atraído a numerosos visitantes.
Se supone, y así lo reafirman sus arqueólogos, que la huella visigoda está muy presente como eremitorio y almacén, cuya entrada está orientada al oeste, a la puesta del sol, con esa hornacina situada en el mismo eje de la puerta con un hogar ante ella.
Y si queremos completar este viaje, pasemos por la localidad de Garcinarro, sin duda, poco visitada pero que, como todos los pueblos de la Alcarria tiene su singular patrimonio y sus numerosas tradiciones que aún mantiene.
La iglesia parroquial dedicada a Nuestra Señora del Sagrario, renacentista y reformada entre los siglos XVI –de origen-, XVII y XVIII es interesante, sobre todo por esa galería de seis ventanas sobre arco triunfal –de cierto estilo aragonés- que la hace diferente al resto de la comarca.
Su portada a la antigua sacristía también llama la atención por estar recargada y su torre queda apoyada en esa estructura sobria de todo el conjunto.Las fiestas a San Isidro Labrador, patrón del lugar, las que se hacen en honor a la Virgen del Sagrario, con novenas y procesión son siempre muy concurridas.
En el recuerdo, no solo esas antiguas escuelas que dieron formación a muchos lugareños, sino la casa donde naciera el que fuera ministro de justicia en el gobierno de Francisco Franco, D. Francisco Ruiz-Jarabo.
Por tanto, un pueblo, Garcinarro y un yacimiento, la Cava, que hay que visitar y disfrutar con su riqueza histórica, por un lado, y con su riqueza gastronómica por otro, ya que los vinos de Mazarulleque sin olvidarnos de Arroyo de Miel, Hidromiel Ibérica, Quesos Valle Cantarería y Bollería Artesanal ‘ArteSanas’, todos productos de esta rica zona conquense, te provocarán un excelente toque gustativo que no olvidarás.