Landete, tierra de vinos
Hace ya algunos años di mi Pregón de Fiestas en Landete. Recuerdo sus calles y sus edificios, no tan emblemáticos patrimonialmente hablando, pero sí hospitalarios para el forastero, ambientados por unas gentes que te ofrecen amistad a raudales.
Este pasado fin de semana he vuelto a patear sus callejas, comer en la Tasca Garrido, buena comida por cierto, y dormir en el Hotel Moya, cálido aposento que rige Mari Carmen entre ricas especialidades gastronómicas. Pero, este grupo de personas que íbamos, todos de la capital conquense, vecinos y residentes en nuestra urbanización los Arroyos II, amigos de corazón, buena gente como diría mi abuela, han revivido la rica historia visitando la ingente Villa de Moya, en lo alto de su impresionante ubicación, “Llave de Reinos” como bien fuese llamada en la Edad Media, en tiempos de sus marqueses, los Cabera y Bobadilla, estudiando al detalle, su iglesia de Santa María, su Ayuntamiento, su recién restaurado Convento de la Concepción Franciscana, la fortaleza o castillo, las calles y la albacara, sus cinco puertas de entrada a la fortificación en la que cientos de familias mantuvieron a raya a las tropas aragonesas, inglesas y francesas invasoras durante siglos, en una historia rica en acontecimientos.
La visita a Landete, también a Garaballa y su monasterio de Tejeda, lugar de peregrinación nacional todos los 8 de septiembre y luego recorrer la Bodega del Alto Landón, con vinos especiales, ecológicos y bien presentados alimentó el paladar de todos nosotros, los asistentes, cansados de recorrer caminos, piedras, monumentos, iglesias y fortificaciones.
Fue un fin de semana cultural, lleno de actividad turística, de gastronomía de la Sierra, de encuentros con gentes del lugar, esas buenas gentes de estos lugares que declaman constante generosidad y rica hospitalidad. Aquí, al lado de esa “landa” como tierra fértil y bien regada, surge la actual población y el tiempo le ha ido dando fisonomía y solera. De Landa a Landete. Atrás queda aquel Landet arabe según al-Muqtabis, el otro Landete que levantase armas a favor de la Constitución de 1812 en tiempos de guerra de la Independencia o el que sucumbiese bajo las partidas carlistas del Pimentonero o Cucala unos años después. Ahora, es un pueblo tranquilo, dedicado a otros menesteres que le aproximan en comercio al Levante, próximo en su convencimiento de progreso, que es referente de la zona en la que se ubica y que en su ermita de la Fontmaría o Fuenmaría, reúne la devoción popular de sus gentes.
Su parroquial dedicada a la Asunción es majestuosa. Portada bellísima que adorna un edificio barroco con planta de cruz latina de una sola nave. Esa portada, dividida en dos cuerpos, el inferior con columnas salomónicas que enmarcan ese arco de entrada y el superior, algo más pequeño pero igual de bello, formando ese nicho entre columnas. Cubriendo la portada, esa estructura aporticada con tejado a dos aguas que le singulariza. Dentro, un altar mayor excelente, también de yesería barroca y en uno de sus rincones, la pila bautismal, elegante y sólida.
En la Fontmaría, la leyenda nos habla de apariciones a un pastor en la Coronilla y por ello, allí se reúnen todos los del lugar y de los pueblos de al lado para conmemorar festividad y en traje serrano, propio del lugar, bailar y danzar al son de buena música popular.
Sus gentes son muy dadas a mantener sus devociones. Las ermitas de San Cristóbal, en lo alto del cerro y la de San Roque, acogen sendas romerías por San Isidro la última y por la festividad de San Cristóbal con caridad de sus cofrades, la primera. La Feria del caballo por San Miguel, ahora bien celebrada, y sobre todo, la peregrinación de la “moreneta”, esa Virgen de Tejeda, que trasladada desde su monasterio en Garaballa se recrea en parada de Landete donde los danzantes le palotean.
Un buen viaje con buenos amigos: Maru y Pepe; Juan Carlos y Ana; Carmen y Pedro; Alfonso e Isabel; Juan y Araceli, y Javi y Antonia.
