Iniesta vibró con la Virgen de la Consolación
Este pasado finde, la Virgen de Consolación hizo su honor ante cientos de fieles que a golpe de tradición, despiertan nuevamente su fe hacia una imagen que ha sido, históricamente, la más bendecida y laureada de toda La Manchuela.
A lo largo del año tienen lugar dos romerías en honor de esta bella y querida imagen, patrona de Iniesta. La primera se celebra el Domingo de Pentecostés. Y la otra romería tiene lugar el penúltimo domingo de agosto. La Virgen de Consolación regresa a Iniesta por el mismo camino.
En el humilladero que hay a la entrada del pueblo, la Virgen es recibida por todos los vecinos del pueblo llevándola a hombros hasta la Iglesia parroquial. En este momento es cuando comienzan las fiestas patronales.
Sin duda, el recorrido que se realiza con la romería, es un trenzado de parajes bellísimos, alrededor del río Cabriel, entre barrancos de arcillas y conglomerados, con pinares que vas entrecruzando, dejando al lado, la casa del Saladar, los molinos de En medio y el de Coba, mostrando su historia en recursos de antaño.
El santuario es un enclave de recogimiento y serenidad, mientras que el camino nos lleva a la Venta de Vadocañas y su espectacular puente, restaurado, de un solo ojo, de más de 80 metros y que fuese acabado en 1591 por los propios vecinos de Iniesta, supliendo al puente romano que allí mantenía la historia de Egelasta. Uno y otro posterior, fueron control aduanero entre aquellos reinos poderosos y enfrentados de Castilla y Aragón.
Pero me resulta curioso, la tranquilidad que emana en el paraje donde se encuentra la Venta, también de ese mismo siglo XVI, donde se simbiotizan vegetación, aguas cristalinas, edificio religioso, devoción permanente y belleza por doquier. Una fiesta, por cierto, declarada de Interés Turístico Regional en 2008 con gran arraigo en la zona que se convierte en punto de encuentro de cientos y cientos de devotos desde primera hora de la mañana.
Y es que la Virgen de Consolación parte de la iglesia parroquial de Iniesta a las seis de la mañana. Las campanas del templo anuncian el inicio del camino hacia su Santuario portada a hombros de los romeros.
En torno a quince kilómetros le separan del Sitio de Consolación y durante el recorrido se van sumando no solo vecinos de Iniesta, sino también de otros municipios de la comarca, como Villarta, Alcohozo, El Herrumblar, Villamalea, Villalpardo, Minglanilla, Quintanar del Rey o Ledaña.
Y si nos acercamos a Iniesta como lugar de enclave, como población, como núcleo histórico, donde encontramos un pueblo acogedor, amante de la cultura y deseoso de caminar hacia un progreso económico de postín.
La plaza, una reliquia de la historia, con caserones, palacios y Ayuntamiento, sin olvidar el torreón fortificado que define su evolución. De trazado medieval, este lugar es capital de Señorío donde escribiese don Enrique, marqués de Villena, su magna obra llamada Ars Cisoria, compendio de corte culinario que sentó las bases de la gastronomía cortesana medieval.
Y no podemos dejar de lado, su extraordinaria iglesia parroquial dedicada a la Asunción. Construida en el siglo XVI y aumentada en el XVII es sin duda, el templo más importante de todo este lugar, destacando su poderosa torre de dos cuerpos, así como sus dos portadas, norte y sur. La ermita de San Antón, la de San Cristóbal y la de San Isidro, pequeñas pero sentidas por cada uno de los muchos vecinos que tiene este lugar.
Y como en este lugar se respira desarrollo cultural, su Teatro Auditorio, su Universidad Popular, su Biblioteca –la que pronto tendrá nuevo espacio- y su Museo Íbero donde Astarté en su mosaico descansa para provocar el acervo de un pueblo que ha mantenido viva su tradición como seña de identidad y donde la gente abre su casa para el visitante, ofreciéndole cariño y amistad.