Huerta de la Obispalía y Cuenca lloran por su hijo ilustre
En un lejano 16 de octubre de 1920 nacía para Cuenca y para España, Rodrigo Lozano de la Fuente. Nacía en Huerta de la Obispalía. Su padre, del que tomaría el mismo nombre, dedicado por entero a las labores del campo, agricultura y ganadería fue siempre un hombre ejemplar que luchó por inculcar a sus hijos las carencias formativas que él no pudo tener. Su madre, María de la Fuente Patiño, le empujó a que cursase los estudios de Medicina, carrera que realizaría en la Universidad de Madrid donde se especializaba en Ginecología.
A partir de ahí, su estela como médico y político comenzaría a crecer entre la profesionalidad y el esfuerzo. Desde muy pronto su vinculación a la política del momento le hizo acreedor de numerosos reconocimientos y consecución de puestos: procurador a Cortes, senador, alcalde de Cuenca y presidente de la Diputación provincial, dentro de aquel partido de Centro que bajo las siglas de UCD dominó la política española de una parte del siglo XX.
Su mujer Basilisa Guerra, de la que siempre estuvo muy enamorado y la que le diera catorce hijos, excelente estirpe de “buena gente” a la que admiro y quiero, le ayudó a que desarrollará su vocación directiva, siendo Director del Hospital Virgen de la Luz, ginecólogo que ayudase a salir al mundo, muchos y muchos conquenses, y luego político como generador de proyectos e iniciativas que determinarán un antes y un después en la historia de nuestra ciudad y provincia.
Durante su mandato se diseña y comienzan las obras del Instituto femenino Hervás y Panduro, aunque se inaugurará un año después de dejar él la Alcaldía, cumpliéndose por tanto en este año 2022, su 55 aniversario.
Y se crearán por el gobierno las Fiestas de Interés Turístico, aunque la de Cuenca (Semana Santa y Semana Música Religiosa) no se declaren hasta el 16 febrero de 1980. En mi mente, aquellas noticias del desaparecido (Diario de Cuenca, cuando siendo periódico provincial del Movimiento, un domingo 31 de marzo de 1963, en su número 4.698), titulaba en portada “Fue bendecido e inaugurado el nuevo Hotel Alfonso VIII”. Y aún así, las noticias del momento subtitulaban que “Viene a satisfacer una de las imperiosas necesidades que Cuenca tiene para el desarrollo turístico”.
Y así había sido, un día antes de darse la noticia, sábado 30 de marzo de 1963, era bendecido el Hotel y al día siguiente, domingo 31, se inauguraban y bendecían los nuevos locales de la Caja Provincial de Ahorros de Cuenca, promotora del acontecimiento. Era Director de la entidad bancaria, D. Antonio Carballo Catalán, obispo de la Diócesis de Cuenca D. Inocencio Rodríguez, alcalde de la capital D. Rodrigo Lozano, gobernador civil D. Mariano Nicolás y gobernador militar D. Ángel Bueno. Un acto nacional al que asistieron directores generales nacionales de Promoción del Turismo, Política interior, Administración Local y Bellas Artes, así como destacadas personalidades del mundo de la cultura y de la sociedad.
Pero la obra ingente, la que depararía para Cuenca un antes y un después, fue la concesión -por parte del Ayuntamiento dirigido por Don Rodrigo- para asentar en él, el Museo de Arte Contemporáneo, el primer museo de arte abstracto en España.
El museo, instalado en las emblemáticas Casas Colgadas de Cuenca, se inauguró oficialmente con la colección particular de Zóbel el 30 de junio de 1966 y un día después los artistas de la vanguardia artística viajaron a esta ciudad y se fotografiaron en una instantánea mítica que se conoce como “la foto de la escalera”, de Fernando Nuño.
