Chumillas sigue muy vivo en tradiciones
Chumillas se prepara para que este sábado 4 de febrero se celebren las X Jornadas de Desarrollo Rural, evento que ya se ha hecho habitual en un pueblo conquense deseoso de generar actividad y de potenciar ese desarrollo sostenible tan necesario para el progreso social.
Numerosas conferencias, sobre “la gestión y difusión del patrimonio cultural de la localidad” con Juana Caballero, o la de Kike Llanes sobre “el micelio y sus connotaciones” o “las trufas y su cultivo” a cargo de Paco de Solera, condensarán la primera parte de una intensa jornada.
Las gachas, en tiempo ideal, reunirán a todos en buen ambiente de solidaridad y convivencia, para que luego por la tarde, la mesa redonda sobre “el futuro de la ganadería lanar”, dirigida por el profesor Emilio Guadalajara, nos invite a sentir la necesidad de ese desarrollo rural en un ambiente distendido, generoso y propio de un pueblo que enarbola paisanaje como ninguno.
Como cada año, el alfarero Antonio Hernansanz llevará su taller, para jóvenes y adultos, dando muestra de esa gran habilidad y técnica que atesora, sin que la música quede al margen. Zascandil folk amenizará la noche y una cena entre amigos, completará el programa.
Todo es un todo. Chumillas lo hace posible y te invita a compartir, no solo enriquecimiento en el aprendizaje o la cultura, sino también en la gastronomía, en el patrimonio visitando el Torrejón – restaurado y musealizado-, hacer una cata de aguas y bocadillo de jamón, así como la rifa de la torta de la Virgen de Candelaria en el domingo 5.
Entre su plaza, sus callejas adecentadas, su Ludoteca y su Salón auditorio, la jabonería de la Sierra, los productos ecológicos del Biocabriel, Brujearte y la Asociación de Mujeres de la localidad con su “Flor de Azafrán”, ambientarán un buen fin de semana.
Y Chumillas no solo es generosidad y paisanaje, sino que también es monumentalidad, tradición y naturaleza. Pero yo me quedo con su iglesia, antes de San Juan Bautista, después de la Concepción y ahora de la Asunción. Me encanta el templo, pero no por su grandiosidad que no la tiene, sino por su personalidad constructiva, su espadaña, su techumbre de madera, sus zapatas de corte de gola y friso liso, su interior acogedor, aunque sus retablos fueran destrozados en tiempo de guerra, su solera y recogimiento. El arco que separa la capilla mayor donde el altar se erige bajo una bóveda de terceletes con nervadura de piedra y simbólicos círculos. Ahora, toda ella, remozada y bien cuidada. El coro y la pila, le dan su carácter románico de primitiva hechura.
Y Chumillas sigue muy vivo, lo sigue en sus fiestas y tradiciones mantenidas. En agosto, la Asunción para el reencuentro de todos los emigrantes, en septiembre el Cristo de la Luz, sacándolo en procesión, pero son las Caridades de San Pedro y San Juan donde se encierra el mayor personalismo de este lugar. La misa, tanto a finales de abril como a primeros de mayo, según un santo y otro, ahora en las eras, con procesión, tortas recién hechas, baile y corro en el lugar, los lagartos de masa, los bailes al son del acordeón, las restregás de harina, los delantales y sus lazitos, los pañuelos a la cabeza, de un camino a otro para pedir y regar con sentimiento sus campos, todo con ese buen humor que les define a todos sus habitantes y que hacen de Chumillas, un lugar selecto.