Buciegas mantiene leyendas del pasado
Cuando paseas por La Alcarria siempre te encuentras lugares con parajes curiosos y localidades de rico pasado con pequeñas aldeas que antaño tuvieron vida y ahora forman parte de esa red de despoblados que inundan la geografía provincial.
Uno de los pueblos que siempre te reciben con hospitalidad y afecto es Buciegas.
Se encuentra muy cerca de Cañaveras y también, del Villar de Domingo García, y sus tierras son regadas por el Guadiela. Este lugar, se ubica a los pies de una pequeña vega de mediana calidad con abundante agua, para orgullo de sus habitantes. Entre la fuente de las Pozas, el rincón de Valdefuentes, el arroyuelo que cruza el puente del Canto y la Fuente de los Milagros, se encuentran parajes de leyenda como la Peña del tio Lino, el cerro del Pino y la Rosana.
Buscar su origen incierto nos lleva a la Edad del Bronce, cuyos restos se encuentran dispersos entre el Picazo, la Sierra Mediana, el Morrón y las Muelas.
Durante tiempo, mantuvo una población de cierta solera. Fundado como la mayor parte de los pueblos de la zona, en tiempos de repoblación cristiana y dependiente del alfoz de Huete, tiene una iglesia sólida y vetusta en honor de Pedro de Advíncula, patrón solemne del lugar al que se le rinde devoción y festividad en los primeros días de agosto. Tuvo Pósito de pobres que regentase en tiempos Juan Arcos y cuyo camarero fuese Alonso Vindel, con un caudal de 66 fanegas de trigo, una Mayordomía dedicada al Santísimo Sacramento y unas cuevas de vino que mantienen la esencia tradicional de aquellos tiempos de buenas cosechas.
La solidez de su iglesia resalta entre toda la estructura urbana. Aunque de un solo cuerpo y no excesivamente grande, tiene una portada de sillería con arco de medio punto entre dos contrafuertes.
Aunque tuvo la población cinco Cofradías: Ánimas, Vera Cruz, Santísimo, Virgen del Rosario y San Pedro; ahora, su escasa población, intenta mantener vivo el espíritu devocional, consiguiéndolo a duras penas. En la mente de algunos de los más ancianos del lugar pervive el pedrisco de 1867, mantenido como memoria viva de sus ancestros, por el gran daño provocado en parajes y tierras cultivadas. Lugares como Rosana, Valdefuentes, las Cañas, Cañada del Hornillo, Valdecanalejas, la Sierra, Cañadilla y la Vega, sufrieron aquella desgracia climatológica que tanto afectase a su economía familiar.
Pero traer a Buciegas en mi columna semanal tiene sentido al querer evocar su afinidad en las leyendas, basada sobre todo en los olmos que adornan el paraje donde una reguera de agua desciende desde su lavadero.
Según su alcaldesa actual, cada olmo tiene una leyenda, en base al vecino que lo plantase, y que queda reflejado con su nombre en esa placa que le titula donde apellidos como López, Colmenar o Duque, se mezclan ahora, con Nedev o Markov, en ese cruce poblacional que ha originado la llegada de búlgaros como habitantes avecindados en este lugar.
Canalejas, Cañaveras, Olmedilla de Eliz y Olmeda de la Cuesta son los pueblos que le rodean, y el cultivo de olivos, cereales y girasol, la actividad agrícola que les une, habiéndose reducido los ganados ovinos que en tiempos hubo.
Un lugar más de nuestro provincia, pero a su vez, un lugar que intenta mantener su seña de identidad a pesar de la continua despoblación que azota la zona, sirviendo como ejemplo de esa supervivencia tan apreciada.