Cordeles, cañadas, veredas... Todas las vías pecuarias cobran protagonismo estos días con la trashumancia de ganados de las dehesas de verano a las de invierno en busca de pastos frescos. Una actividad milenaria que forma parte de la historia y la vida de nuestros pueblos, que lejos de perder actualidad cobra total vigencia ante la situación de ‘emergencia climática’ en la que nos encontramos.
Y es que, por su gran capacidad ecológica, aprovechamiento de recursos, conservación de la biodiversidad, prevención contra incendios y reducción de gases invernadero, esta práctica de pastoreo sostenible “es fundamental” en la lucha contra el cambio climático.
Así lo pone de manifiesto el delegado provincial de Desarrollo Sostenible, Rodrigo Molina, que esta semana salía al encuentro de los rebaños conquenses que atraviesan la Cañada Real de Rodrigo Ardaz para seguir por la de los Chorros o Cañada Conquense y la Soriana Oriental que les llevará a sus destinos en Sierra Morena o en el Valle de Alcudia, un patrimonio único en el mundo que “si no es por los pastores ya habría desaparecido”, enfatiza Rodrigo Molina.
El delegado provincial destaca que para facilitar la tarea de la migración de animales, desde la Consejería se están acometiendo actuaciones de amojonamiento y deslinde de las vías pecuarias; además de agilizar los trámites administrativos, como por ejemplo se ha hecho este año en Cuenca con el permiso para hacer fuego. Molina recuerda que en esta época está permitido pero es necesario que se comunique a la administración; de esta forma se evita ese continuo trámite y no solo en el tramo de Cuenca sino también el paso de la Cañada por Ciudad Real.
El paso de los animales limpian el terreno y ayudan a prevenir los incendios
“En la provincia tenemos 686 vías pecuaria entre cañadas, cordeles, veredas, coladas, etc… que proceden todas de la Mesta. Eso supone 2.584 kilómetros con 9.406 hectárea de corredor ecológico solo en la provincia de Cuenca. Un patrimonio que es importante mantener por su gran contribución al medio ambiente”, señala Rodrigo Molina, quien defiende el uso público de estos espacios para el desarrollo de más actividades, como son por ejemplo las que van ligadas a un turismo sostenible.
Pero sobre todo defiende el pastoreo itinerante que durante dos veces al año lleva a miles de ovejas a pastar a lo largo de cientos de kilómetros, dejando limpio el monte.
“El paso de los animales limpian el terreno y ayuda a prevenir incendios forestales. Es la forma más ecológica de luchar contra el fuego, con lo cual cumplimos los objetivos de la agenda 2030 en la lucha contra el cambio climático”, apostilla el delegado provincial , que en este punto destaca que según desvela el estudio que ha realizado en el Alto Tajo la Consejería de Desarrollo Sostenible del Gobierno regional, los árboles son importantes sumideros de carbono. De hecho, destaca que el CO2 que retienen los montes del parque al año es equiparable a las emisiones de más de 50.000 personas.
Pero además, cuenta que cada hectárea de pastizal puede acumular hasta 10 toneladas de carbono atmosférico, por lo que, sin duda, la trashumancia “es una potente herramienta de lucha contra el calentamiento global”, además de salvaguardar el patrimonio sociocultural que durante siglos ha vertebrado territorios. El problema, dice, es el relevo generacional.
Lo saben bien pastores como los hermanos Cardo, de Vega del Codorno, o Gratiniano Usero, de Las Majadas, los únicos ganaderos de la provincia en hacer este año la vereda. Ambos recorren a pie los más de 400 kilómetros que los separan del Valle de Alcudia, en Ciudad Real, y de La Carolina, en Jaén, respectivamente. La situación, dicen, es cada vez más complicada. Sobre todo por la falta de pastores.
“Estos años de atrás la Asociación Trashumancia y Naturaleza nos proporcionaba pastores pero ahora han decidido comprar ganado para mantener la trashumancia y reivindicar las cañadas reales como patrimonio de todos, que está muy bien, pero los que no podremos aguantar somos los ganaderos tradicionales”, señala Manuel Cardo, quien lamenta que, junto a “la dureza de la profesión, los gastos, las pocas ayudas y el mal estado que tiene la vereda en muchos tramos”, hace que la trashumancia termine por desaparecer. “Para mi es probablemente el último año”, señala.
Junto a su hermano Antonio, que se ocupa de la intendencia, Manuel conduce el ganado con la ayuda de su hija Claudia, una de las pocas mujeres en hacer la vereda. El campo y los animales le atraen, pero no es la profesión a la que se quiere dedicar. Hizo un modulo de márketing y comercio pero no ha encontrado trabajo en su ramo y después de algunos empleos eventuales, este año ha vuelto a sumarse a la expedición para ayudar a conducir hasta la finca ‘El Cañaveral’, en Mestanza, a las 1.600 cabezas de ovino que conforman el rebaño de los Cardo
RELEVO GENERACIONAL
Según bajara la Asociación Transhumancia y Naturaleza, la trashumancia en España puede generar 5.000 puestos de trabajo directos para jóvenes ganaderos, además de otros relacionados con el sector y con los servicios ambientales, pero lo cierto es que, al menos en la provincia, son pocos los que se incorporan.
“En las Majadas hemos pasado de 9.000 a poco más de 1.500 ovejas en la última década. Se han vendido muchas en los últimos años y si esto sigue así la trashumancia terminará despareciendo”, señala Diego, un voluntario que aprovecha sus vacaciones para acompañar la expedición de Gratiniano Usero.
Él mismo es uno de los que decidió vender el ganado y dedicarse a otra profesión, en su caso también ligada al medio ambiente a través de la empresa pública de gestión ambiental, Geacam. Confiesa que el pastoreo “siempre me ha tirado” pero reconoce que las condiciones “no son buenas” y, a su juicio, además de más conciencia por el cuidado patrimonial “debería haber más ayudas para incentivar a los jóvenes.
Este es el tercer año que Diego hace parte del camino con los Usero, que al igual que sus vecinos de Vega del Codorno emplearán algo más de 20 días en recorrer la vereda. “Lo hago porque me gusta el ganado pero también como forma de reivindicar la vereda como espacio público para uso de la gente. Junto a él se han sumado este año otros cuatro voluntarios, amigos de la familia, que han querido realizar las primeras etapas. Eso sí, solo han sido dos días. A partir de ahora, el camino será más duro.
“Nos quedamos dos personas con las ovejas y mi padre que se ocupa del hato”, dice Rubén, el hijo de Gratiniano, que en este caso sí ha decidido tomar el relevo y seguir la tradición familiar. “No es fácil. Tenemos muchas trabas, mucha burocracia y pocas ayudas pero es una salida y a veces no queda más remedio”, dice.
La expedición en este caso la completa una yegua y cuatro perros, dos mastines y cuatro careas, para conducir las 1.371 ovejas que llevan los Usero. Hasta Socuéllamos harán la vereda con los hermanos Cardo, en esta ocasión por Belmontejo y Mota del Altarejos. Después, cada uno tomará su camino para dirigirse a sus dehesas de invierno.
Cada oveja traslada diariamente unas 5.000 semillas y abona el terreno en su recorrido
Este año el tiempo ha acompañado la salida. Las lluvias de los últimos días, aunque incómodas para el pastor, son una bendición. “Los animales tienen hierba fresca. Y eso, dice Manuel Cardo, además de garantizar el alimento “nos quita un gran problema, como es el agua: Hay pocos abrevaderos en el camino, y estos años de sequía lo hemos pasado mal, pero comiendo hierba verde ya tienen parte del agua que necesitan. El resto con algún charco nos vale”, añade Manuel, que en este sentido defiende también el uso sostenible de los pastos trashumantes.
Uno de los problemas históricos de los que se quejan es el estado de las vías pecuarias. “Lo que queremos, además de mejorar algunos puntos que son intransitables, como el vado de Fresneda, es que se haga un deslinde en condiciones para devolver la anchura que han ido quitado los agricultores a la cañada en la provincia”, dice Gratiniano, quien incide en la necesidad de que las autoridades tomen cartas en el asunto.
“Lo que no puede ser es que haya puntos, como en Belmontejo donde de los 75 metros originales nos queden poco más de 10, y porque tienen que pasar los tractores, que si no desaparece”, añade Manuel Cardo, quien incide en que “por un carril” los animales no pueden comer ni beber “si no se salen es inviable el traslado del ganado”.
“Esto cada día va peor y en el camino hay cada día más trabas”, lamenta Gratiniano quien advierte del problema que supone la desaparición de las vías pecuarias para el mantenimiento de la diversidad, por lo que, además de pedir más ayuda a la administración, hace una llamada a la colaboración de los agricultores.
“Nosotros vamos sembrando a lo largo del camino, donde la oveja deja sus excrementos sale una flor. Lo que no pueden hacer es invadirnos con las siembras y además, en algunos casos, fumigar hasta la vereda”, apostilla Usero, quien incide en la función vital de la migración de ganado en el trasporte y dispersión de semillas.
Según los datos de la Asociación de Trashumancia y Naturalesza cada oveja traslada diariamente unas 5.000 semillas y abona el terreno con más de tres kilos de estiércol a lo largo de los aproximadamente 20 o 25 kilómetros diarios en los que se reparten las etapas.