Detectan lo que puede ser invisible para los profesores. Observan. Y protegen. Los Alumnos-Ayuda se ha revelado como uno de los procedimientos más efectivos a la hora de solucionar conflictos en los centros educativos y mejorar el clima general de convivencia.
El IES ‘Juan Valdés’ de Carboneras de Guadazaón es un ejemplo de buen hacer en este aspecto. Desde que pusiera en marcha este programa hace seis cursos se ha configurado una red estable que ha conseguido reducir los conflictos en un 60 por ciento, según nos relata su directora Cristina Romero. “Nuestro objetivo ha sido siempre crear un clima idóneo que prevenga o evite la aparición de conflictos o episodios violentos, algo que no se puede conseguir sin la implicación de toda la comunidad educativa”, explica.
CASOS FRECUENTES
El programa de Alumno-Ayuda consiste en la asistencia entre iguales, dotando a los estudiantes de recursos para resolver los problemas entre ellos mismos, siempre desde la base de la confidencialidad y la implicación.
Problemas que pueden ir desde la adaptación de los recién llegados a casos de depresión o trastornos de alimentación; malas relaciones entre profesor y alumno en otras ocasiones; problemas familiares; malos entendidos entre amigos o comentarios dañinos en las redes sociales. “Si la situación resulta ingobernable la derivan al profesor-ayuda que les ofrece pautas de actuación, al equipo directivo o al orientador o pasan al programa de mediación”, precisa la directora.
“Este alumno es, ante todo, un buen observador que ve lo que a lo mejor se nos escapa a los docentes y ofrece su asistencia voluntariamente”. Como es lógico, estos chicos y chicas tienen una sensibilidad especial pero, además, reciben quincenalmente formación en habilidades de escucha activa, estrategias de acercamiento entre iguales y técnicas de ayuda. En estas reuniones se analiza también el clima de convivencia en el centro y los problemas observados.
Como persona me siento muy bien cuando me dicen gracias por estar ahíNo todo el mundo vale para ayudar a quien lo necesita. El Alumno-Ayuda debe tener un perfil muy concreto: estar integrado y ser aceptado en clase; que no sea un líder negativo; que tenga la capacidad de percibir cuando algo va mal y empatía con los problemas y sepa darse cuenta de los mismos. Cada curso son los propios compañeros los que seleccionan a dos o tres alumnos así.
GRAN RESPONSABILIDAD
Requisitos que cumplen con creces Inés Real, Fernando López y Andrés García, de 4º de la ESO.
“Cuando llegué a 1º, nos explicaron en que consistía este programa, me eligieron mis compañeros, confiaron en mí y no les podía defraudar. Al principio no estábamos muy seguros de lo que significaba ser Alumno-Ayuda, pero tras las primeras jornadas de formación nos dimos cuenta de que era algo importante”, dice Inés.
Para Fernando, “ayudar a compañeros que en determinados momentos lo están pasando mal significa mucho, es una gran responsabilidad, tanto para ellos como para mí. A mí también me gustaría que me ayudasen si pasara por un problema. Como persona me siento muy bien cuando me dicen “gracias por estar ahí” y saben que pueden contar conmigo”.
Coinciden en que la cantidad de conflictos ha disminuido “bastante” con respecto a cuando entraron al instituto y el clima entre los compañeros mejora año tras año. Acogen a alumnos llegados nuevos de otros países que a veces son objeto de burla e intervienen en casos de aislamiento de alumnos no aceptados . “No siempre podemos solucionar los problemas, como situaciones personales o familiares graves, pero les ayudamos todo lo que podemos y siempre les escuchamos. Saben que pueden contar con nosotros”, puntualiza Andrés.
Les gusta poder echar una mano cuando alguien los necesita y mientras, sus compañeros, sienten que nunca van a estar solos pase lo que pase.
Reconocimiento para seguirLa Consejería de Educación ha reconocido los proyectos que desarrollan diez centros educativos de la provincia para la mejora de la convivencia y la participación. En concreto, a siete colegios de Educación Infantil y Primaria y a tres institutos de Secundaria, entre ellos el IES ‘Juan Valdés’ que recibirá una cuantía de 1.000 euros para garantizar la continuidad de estas buenas prácticas.
La directora del centro, Cristina Romero, ha comentado que la intención es destinar estos fondos a varias líneas de actuación. Por ejemplo, a fomentar espacios de convivencia alternativa, como el cuidado del huerto escolar por las tardes, ensayos de teatro o tertulias dialógicas; a la cohesión de los alumnos en torno al IES con iniciativas como ‘Noche en el instituto: 24 horas de cultura’; a la formación de Alumnos-Ayuda; a dinámicas de trabajo en equipo; y a la convivencia con el entorno, con actividades con el AMPA o la Residencia de Mayores o el programa ‘Un día en la empresa’.
“Todas estas iniciativas se reflejan cada año en el centro y todos nuestros procesos de evaluación interna confirman un buen clima de convivencia tanto dentro como fuera del aula”, subraya la directora, quien asegura que ahora el centro es percibido como un lugar seguro y los alumnos y alumnas se forman en valores cívicos y democráticos, “creciendo más responsables y respetuosos”.
Continuando con la intención de poner en valor el trabajo desarrollado por los centros en mejora de la convivencia, la Consejería va a promover la participación de los centros seleccionados ahora para que participen en jornadas y eventos dirigidos a la difusión de actuaciones educativas. Lo anunciaba su titular Ángel Felpeto, para quien “trabajar por la mejora de la convivencia es un principio elemental, porque la mejora de la convivencia está en relación directa con el éxito escolar”.