El Cartel de la Semana Santa de Cuenca, de cada año, suscita todo tipo de comentarios, no sólo en la comunidad nazarena conquense, sino en la propia ciudad, que se siente muy identificada con la Pasión según Cuenca. En este año 2018 el cartel ha sido elegido por concurso, es decir, que hay un ganador nato y neto: Jesús Soriano, albaceteño de raíces conquenses, y buen conocedor de la Semana Santa conquense.
El cartel premiado suscitó, desde el primer momento, los comentarios más sorprendentes e incluso atrevidos, en algunos casos, sobre todo si tenemos en cuenta que ha sido elegido por un jurado profesional. Ocurre todos los años, y no hay más que recordar los dos últimos: la obra de Fernando Zóbel, de 2016, y el cartel de Rafael Pérez Caballero, del pasado año. En Cuenca se han discutido carteles de Saura, Cruz Novillo o Gustavo Torner, que son auténticas joyas, por poner algunos ejemplos. Siempre he tenido la premisa de que el arte no riñe y que cada artista manifiesta su visión de la celebración que se representa, en este caso la Semana Santa.
En Cuenca se han discutido carteles de Saura, Cruz Novillo o Gustavo Torner, que son auténticas joyas, por poner algunos ejemplos
No pude estar en el acto de presentación del cartel y de la periodista pregonera, Pilar Ruipérez, por un viaje a Roma, y fue en la Ciudad Eterna, cuna del arte, donde lo pude ver a través del whatsapp. Pensé en ese momento en Saura y hasta en un dibujo que tenía guardado del famoso grabador Manuel Aristizábal. Antes de nada hay que preguntarse, ¿qué es un cartel y cuál es su mensaje o cometido? En un primer impacto uno piensa en la Semana Santa y en la Cuenca abstracta, o abstraída en su Semana Grande.
Ante el fallo de un jurado competente no hay más que respetar la decisión, aunque no falte el contraste de opiniones, siempre tan importante, aunque en las redes sociales se hayan perdido un tanto las formas a la hora de dar una opinión y además dibujarla. Dios me libre de censurar a nada. Para gustos, no solamente los colores, sino el arte en general y que cada cual exprese sus sentimientos y opiniones, porque el arte, de una y otra manera, transmite o no transmite.
El propio Jesús Soriano, según pude seguir por la prensa digital y de papel, definió lo que para él significa su cartel y lo que intenta transmitir: “Es el recuerdo del olor. No me preguntaba si era a frío, a cera, a gente, a noche o a todo en su conjunto. Es el recuerdo de la luz. El recuerdo de una belleza plástica incomparable. Sobrecogedora. Es el recuerdo de los sonidos: todos somos melodía. La música, austera…”
En su obra, Soriano ha querido recoger, en sus palabras, “la historia de mis recuerdos y de mis sentimientos. Es el recuerdo del frío en los ojos. Cuando uno se toca la no-cara con una mano enguantada, cuando agacha levemente la cabeza, el aire entra de otra manera. Se respira por los ojos. Es el recuerdo de la respiración. Es más mía que nunca. La oigo. Me calienta y humedece”.
Y aún añadía que este Cartel de 2018 simboliza “el recuerdo del cansancio. Todo va calando. Todo te va pesando. Poco a poco. Te envuelve. Te eleva. Tu anonimato te despersonaliza y pasas a formar parte de un espíritu común. Eres cada vez más capaz de centrar tu atención en las cosas importantes. Cesan las interferencias. Es un momento tuyo, de recogimiento. Meditación sublime”. En suma, cuando uno crea una obra plástica se deja en ella parte de lo que es”.
Observando el cartel, que tantas expresiones encierra en el alma del artista, con esa luz circular que ilumina el fino trazo negro procesional, recordaba como he dicho antes, un dibujo inédito de Aristizábal que firmó en la portadilla del programita de la Exposición que en abril de 1950 se celebró en la Diputación Provincial de Cuenca, con la presencia de tres grandes artistas de la época: el citado grabador Manuel Aristizábal, el fotógrafo Nicolás Muller y el pintor de la Escuela de Vallecas, tan ligado a Cuenca, Cirilo Martínez Novillo. Una Exposición, con mayúsculas, en aquella Cuenca de 1950 que despertaba para el arte en general y para el arte abstracto en particular.
Para darnos una idea de quién era Manuel Aristizábal, como grabador, publicamos el grabado que hizo del ‘paso’ del Prendimiento de Jesús (Beso de Judas) con el fondo de los rascacielos de San Martín, en un pergamino muy propio del arte del grabado.
Pero Aristizábal se permitió un apunte en el programita, con otra visión de la Semana Santa de Cuenca, observando la procesión “En El Calvario”. Y aquí tienen este dibujo de hace 68 años, con la firma del propio grabador, que nos recuerda un poco, en la distancia del tiempo, el dibujo de Jesús Soriano, sin que con ella pretendamos hacer comparación alguna porque no la hay. (Dibujo en el programa de la Exposiciòn, que en su día deposité en la Fundación Antonio Pérez).
Pero en 1950, ya pensaba Aristizábal en clave pictórica de los años venideros. Y bienvenido, por tanto, el Cartel de Soriano, que ha sido el Elegido, bajo el título de “Espíritu”, rozando casualmente el espíritu de Aristizábal.